Por qué aprender en #LoRemoto sigue funcionando dos años y medio después


Un grupo de estudiantes con el profesor Jesús Carreras y César Ávila en el rol de Contramaestre.

Tal vez no quieras volver a hablar de eso* a estas alturas, pero lo que ocurrió hace ya más de dos años fue el reto más grande al que nos hemos tenido que enfrentar las escuelas, organizaciones y profesionales dedicadas al conocimiento.

¿Cómo trasladar a “la pantalla” una experiencia de aprendizaje en la que la energía del aula, la conexión entre estudiantes y las dinámicas de participación y “aprender haciendo” son clave?

Lo que durante seis semanas nos pareció transitorio, es ahora la nueva normalidad. Aprendimos que “Lo remoto” estaba aquí para quedarse, y nos ha enseñado varias lecciones que son fundamentales para el diseño de talleres en La Nave Nodriza.

Son cuatro sencillos aprendizajes que tal vez quieras aplicar la próxima vez que diseñes un workshop o una experiencia de formación online.

Abraza la realidad de cada cual

Por qué: ¿Dónde estás? ¿Qué espacio ocupas? ¿Cómo vienes hoy? Son preguntas claves para entender la energía, el punto de partida de cada uno. Cuando la formación se desarrolla en un aula, siempre hay una puerta que se puede cerrar y separar la realidad personal del espacio-tiempo de aprendizaje. En #LoRemoto, nos esforzamos en entender dónde está cada persona, e incorporar su lugar de conexión, sus ruidos de fondo y las personas (o mascotas) con las que comparte el espacio, a la experiencia.

Lo que ha cambiado: antes de 2020 una videollamada de Zoom era algo mucho más excepcional. Pero de pronto, pasar 4 horas conectado con tus compañeros compartiendo el background de tu casa se convirtió en lo habitual. Era normal estar pasándolo mal, y el “¿cómo estás?”, especialmente en los grupos consolidados como el del Programa de Diseño de Experiencia de Usuario, era una pregunta imprescindible  para las personas y para el grupo. También lo era saber que tenías la opción de dejar apagada la cámara, y recordar que hay momentos en los que necesitamos vernos y tener referencias visuales de los estudiantes.

Lo que permanece: Incorporar el contexto y tener claro cuál es la realidad de la persona al otro lado, hacer dinámicas de check-in que nos permitan saber más de los demás y crear una cercanía que traspase la pantalla. Hemos conseguido que las personas que participan en nuestras formaciones tengan la cámara encendida el 90% del tiempo. Cuando no es una imposición, cuando te sientes parte, estar visible es mucho más fácil.


En el taller sobre facilitación en remoto compartimos es el espacio desde el que participamos en la formación

El ritmo, la escaleta y los rituales

Por qué: en #LoRemoto todo tiene que ser más intencional y más explicito. Los tiempos son otros, el peso que tiene el carisma del profesor o las claves visuales y el subtexto que proporciona compartir espacio físico han desaparecido de la ecuación. Necesitamos nuevos y diferentes apoyos para que el ritmo se mantenga.

Lo que ha cambiado: las primeras clases que llevamos a #LoRemoto salieron bien, pero era como si  tuviéramos  el paso cambiado. Todos los profesores y profesoras tuvieron que aprender muchas más claves, cambiar los ritmos, crear nuevos rituales que nos ayudaran a estar presentes y en conexión.

Lo que importa: siempre que comenzamos con un nuevo grupo, una nueva formación, tienen que quedar claras las reglas, en qué momento uno puede “apagar” cámaras y micros, y cuándo es necesario estar presente. En #LoRemoto no se puede improvisar.

 

El rol del Contramaestre

Por qué: en este contexto de reglas explícitas que es #LoRemoto, donde no se puede dejar nada a la improvisación, en La Nave Nodriza decidimos crear el rol del Contramaestre. Alguien que apoya la facilitación de la formación en remoto, que está allí para abrir la puerta (y volverla a cerrar). Es la persona que representa a la buena anfitriona, a la alumna aventajada, o simplemente, se hace invisible cuando toca. La persona que  ejerce como  Contramaestre es clave, como cómplice y aliado de quien está en el rol docente, y como “una más” del grupo de estudiantes.

Lo que ha cambiado: nunca se pensó que el rol tuviera una función de asistencia técnica, pero al principio era inevitable que el Contramaestre también enseñara a manejarse con las herramientas y a solucionar algún problemilla.

Lo que importa: el rol ha llegado para quedarse en todas nuestras formaciones en #LoRemoto, y ha permeado también nuestras formaciones presenciales. Aunque cada vez nos hemos familiarizado más con las herramientas que nos permiten la formación en #LoRemoto, el rol del contramaestre va mucho más allá y sigue siendo un rol esencial para tener una experiencia satisfactoria.

 

Usar el asíncrono con intención y el síncrono para la conexión

Por qué: en La Nave Nodriza tenemos claro que las clases deben ser un lugar de participación y conversación, no un lugar unidireccional. Así, siempre que es posible, incorporamos la teoría de manera asíncrona, con videos, lecturas o ejercicios individuales.

Lo que ha cambiado: hemos aprendido mucho sobre crear materiales para los momentos de aprendizaje asíncrono, qué contenidos y actividades prácticas tienen sentido, que tiempos se necesitan entre clase y clase…

Lo que permanece: la clase sigue siendo el espacio de conexión, de debate y de compartir por excelencia. Hemos aprendido a participar e intercambiar contenido en este nuevo contexto y podemos decir que la conexión emocional también funciona en #LoRemoto.

 

#LoRemoto sigue siendo una realidad en nuestra escuela, y lo que nos ha permitido que nuestros cursos y talleres lleguen a pueblos y ciudades de toda España, Europa y Latinoamérica; que un estudiante pueda seguir un curso de Product Management a caballo entre España y Brasil, o que organicemos una formación in company para equipos en diferentes países de una consultora global. Y que se sienta tan cerca, que estar en #LoRemoto sea sentir que realmente estás en La Nave Nodriza.